13.7.11

Implacable

El futuro no depende de nada más




que de visión.
 y mano de obra.
Abracemos a la tierna, blanda y blanca (qué horrible conjunción de adjetivos, el cielo escrito me perdone) espuma de las nubes.
Dejemos de hablar, saltemos, todos UNO DOS TRES CUATRO QUINIENTOS TREINTA Y TRES, SIETE BILLONES CUATROSCIENTAS NOVENTA Y ÚN VECES.
Gritemos y saltemos, intentemos llegar al cielo.
Aunque sepamos que son intentos fútiles. Haciendo algo hay que vivir, ¿no?
Y de algo hay que morirse.
(¡que sea alcanzando lo imposible!)

11.7.11

Hoy miro por la ventana sonriendo. Muevo la cabeza, me emprolijo el flequillo en el acto de despeinarme. Sonrío más ampliamente ante la paradoja y sigo observando. Siento unas grandes ganas de irme, de verme lejos y distante, tengo todo el sentimiento para agarrar una valija vacía e irme, vacía porque no necesito nada más que irme. La música la llevo adentro, y me inspira. Canto palabras, un papel y un lápiz, tachar, reescribir, inventar, no puedo estar un segundo sin inventar, sin crear, en una pobre imitación de un enfermizo complejo de Dios, pero mi creación me sonríe y me impulsa. El mundo sonríe entero, ¿no es un día maravilloso? Excepcionalmente perfecto en invierno, doce grados, una remera de mandas largas y una bufanda me hacen cosquillas en el cuello. Cierro los ojos y me imagino lejos. La música suena adentro mío, me enfrento a miles de tempestades y exijo más, más, porque piso fuerte y se derrumban. 
Trágico final para mi encierro, espero, porque la libertad me tira los brazos y la busco, impaciente.

A veces hay que dar saltos de fe, aunque los miedos internos sean los más grandes del mundo. ¿Me voy a ir? Sí, me voy corriendo. ¿A dónde? No sé...

Me voy a amar.